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De las semillas francesas a la visita sorpresa de un argentino: así comenzó el cultivo de setas en La Rioja

De las semillas francesas a la visita sorpresa de un argentino: así comenzó el cultivo de setas en La Rioja

La llegada de un argentino a una bodega champiñonera riojana supuso el comienzo del cultivo de las setas de ostra y de una próspera industria setera en La Rioja Baja

06-09-2021

Todo comenzó con los champiñones, pero pronto se abrieron nuevas y grandes posibilidades en el mercado de los hongos. En los años 70 ya estaba consolidado el cultivo del champiñón en Pradejón y otras localidades de La Rioja Baja. Para ello, los agricultores de la zona aprovecharon las bodegas de vino, las enseñanzas llegadas desde Francia y el uso de compost invadido de micelios fúngicos; y crearon plantas de champiñón cada vez con mejores resultados.

Fueron muchos los emprendedores y las bodegas que se centraron en este hongo, lo que generó una bajada de precios y despertó el interés y la necesidad de algunos productores por abrir nuevos mercados. Y se fijaron en las setas.

Según explican en la página web de Fungiturismo, el centro de interpretación de los hongos de La Rioja, los primeros intentos se realizaron con semillas traídas de Francia. Ese primer tanteo fue en Pradejón, de la mano de Ricardo Morte. Cultivó las semillas en pequeños barriles con sustrato fabricado por él mismo, pero no obtuvo buenos resultados. Ese no era el camino.

Si en el caso de los champiñones la visita de un francés supuso un gran impulso al cultivo de ese hongo, en el caso de las setas, las enseñanzas magistrales que llevarían al éxito llegaron de un argentino. En 1984, Jorge Giri llegaba desde América del Sur y por sorpresa a la champiñonera de Filo y Javier Caro. Allí les contó que en su país había cultivado setas de ostra y que estaba dispuesto a enseñarles. Los hermanos Caro decidieron probar y le cedieron una bodega. Muy pronto pudieron ver las posibilidades de ese hongo, que se convertiría después en la seta más cultivada en La Rioja.

Los hermanos Caro ampliaron su producción y muy pronto muchos otros champiñoneros de la zona, atraídos por las expectativas que abría, incorporaron el cultivo de esta seta. 

El paso definitivo para el despegue en la producción fue la fundación de la primera planta de compost de setas de La Rioja, Agruset, construida en 1998 en Pradejón, e impulsada por seteros de este municipio, junto a los de Calahorra, Autol y Rincón de Soto. La construcción de esta planta dio el empujón definitivo al cultivo de nuevas variedades exóticas, un objetivo que se marcaron los seteros riojanos, empezando por el shiitake.

En esta línea, en 2009 el Gobierno riojano ponía en marcha el CTICh, una planta piloto que elabora el sustrato para el cultivo de esas nuevas variedades de seta, como nameko, enoki o maitake. También respaldo la comercialización de los hongos producidos en la región con el sello de Garantía de Calidad de Champiñones y Setas de La Rioja.

A día de hoy, la seta que vino de la mano de aquel argentino, la seta de ostra, es la más cultivada en La Rioja, con clara diferencia. Según los datos de Fungiturismo, la producción anual de esta seta es de 5.000 toneladas, lo que supone el 10% de los hongos que se producen en La Rioja. El shiitake solo llega al 0,5% y junto a él destacan la producción de setas cardo y de chopo. El resto de variedades está en su mayoría en fase experimental.